«El evangelio» de Elisa Victoria

Blackie Books

Te pedimos que no nos falten nunca libros como este, por favor, llenos de verdad y de palabras que nos cuesta pronunciar, de situaciones incómodas y de infancias tronchadas entre silencios, fichas de editoriales que manipulan el sector educativo y rutinas que poco tienen que ver con el aprendizaje, mas bien con la mansedumbre y la costumbre.

Líbranos de hacerle daño a los niños, cuando sabemos que son lo más frágil del mundo y que ven a través de nuestros ojos, aprenden con nuestras palabras y desaprenden con nuestros gritos y zarandeos, apártalos de todo lo establecido y déjalos crecer en libertad y en creatividad, en su propio ritmo sin tener que adaptarse incluso antes de reconocerla a la marcha militar.

No nos dejes creernos que esto, los trabajos de mierda en el Telepizza por 8 euros/hora o las prácticas laborales en un ambiente de ninguneo, son todo lo que le espera a la generación que venga. No permitas que caigan en la tentación de conformarse y seguir los patrones porque no merece la pena cambiarlos, las mujeres faldas cortas y te invito a una copa y te puedo hacer todo lo que quieras y la culpa acaba siendo tuya porque no sabías que podáis permitirte hacer las cosas de otra manera.

Amén.

Lluvia fina de Luis Landero

Nunca, nunca, aunque no pase nada, la gente deja de contar, y si hay infierno, también allí seguirán contando por los siglos de los siglos, dándole cuerda una y otra vez al juguete de las palabras, intentando entender algo del mundo, tanteando en el absurdo de la vida en busca quizá de algún resorte que abra su ciega cerrazón (…) y nos descubra el gran tesoro de la razón, de la luz, del sentido exacto de las cosas. 

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Biblioteca «Resistiré»

En el hospital de campaña de Ifema han creado una biblioteca con donaciones de libros de particulares y empresas. Empezó como un carrito con ruedas y ya van más de cinco estanterías dedicadas a soñar a través de las historias de otros para olvidarse un poquito de las propias. Y como nada funciona solos, la emoción la ponen los voluntarios que se hacen cargo de ellas, los que recogen libro en las casas para Ifema, los pacientes que tímidamente se acercan y la óptica que donó gafas de lectura para que no ver bien o haber salido de casa si ellas cuando todo esto empezó, no sea un problema.

Hay iniciativas no esenciales que son a la vez la esencia de la vida: la lectura como forma de colaborar, como viaje de los que no pueden tomar el tren, como humanización del tiempo de los enfermos, gracias por emocionar con una noticia así.

Lectura fácil de Cristina Morales

 

“Lectura fácil” es una novela

muy dura y a la vez divertida

para pasar estos días

de cuarentena total.

 

Una novela es dura

no porque haga daño

cuando la lanzas,

es dura porque

habla de cosas muy complicadas

y las protagonistas

son cuatro mujeres subnormales

que no tienen una vida fácil

así que les pasan cosas complicadas

por eso la novela es dura.

 

La cuarentena total

significa que todas las personas

estamos metidas en casa

porque fuera hay un virus

que mata a la gente,

especialmente a los mayores,

y si nos quedamos en casa

el virus no infecta a nadie

y se marcha.

 

Gracias Cristina Morales

por las risas y gracias

a la editorial Anagrama
por publicarla

y gracias a mi amiga

María por decirme

tienes que leerla

que es muy divertida.

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Somos lo que hablamos

Hablar. Ponerle palabras a lo que sientes. Si tienes ganas de llorar, saber que eso se llama estar triste. Si tienes ganas de insultar a alguien, es estar enfadado. Decir más “cuéntame”, “perdona” y “te quiero”. Hablarte a ti mismo. Y escuchar. Escuchar también es importante. Escuchar a LUIS Rojas Marcos, por ejemplo. https://youtu.be/GMOCcZokR_I Y leer su último libro porque tiene razón: “Somos lo que hablamos” publicado por la editorial Grijalbo.

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«Había una vez una palabra
redonda, entera, brillante.
Adentro de la palabra estaba el mundo.
Y en el mundo estábamos nosotros,
diciéndonos palabras.»
(Graciela Montes)

Los asquerosos

El otro día cenando en Cádiz el camarero nos sirvió unos esféricos de moluscos marinos con forma de anillo de compromiso. Fue en ese preciso instante cuando tuve claro que tenía que terminar de leer la historia de Manuel, el protagonista de Los Asquerosos, porque le veía en todas partes. Le sentía conmigo criticando a los que se hacían selfis sin fin a la orilla de la playa de La Caleta, en las ferreterías del Barrio de la Viña donde vendían destornilladores de estrella y huyendo de las marabuntas que se preparaban en la plaza al paso de las procesiones de Semana Santa.

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Si os digo que tenéis que leer este libro porque os vais a echar unas risas os estoy mintiendo. Porque para reirse hay que entender el chiste, ir por detrás de las palabras redundantes pero necesarias que se trabaja Santiago Lorenzo para darle voz a tantos manueles que escondemos dentro, a tantos de nosotros que quisiéramos huir de la realidad sucia y clavar un destornillador en donde sea para respirar aire de verdad y caminar y caminar sin rumbo hasta sentir que hemos llegado a un lugar que nos pertenezca de verdad, aunque no sea nuestro. Tampoco son nuestros los móviles ni los trabajos ni los amigos ni la familia: son solo algo que tenemos hoy, que cuidamos con ahínco para no perderlos, pero no son nuestros.

Manuel es un pseudolute, un Robinson Crusoe moderno, y también es un poco yo y un poco tú, que estás leyendo esto. Es esa parte asocial que nos gusta esconder porque no queda bien, y también ese punto de locura que por segundos nos nubla la mente pero siempre nos sobreponemos y lo dejamos a un lado, porque no procede, no está bien, qué loco pensar ese, quién pudiera pero yo no puedo.

Teneís que leeros este libro para ser un poco Manuel, para daros el placer de ser otros, menos perfectos, menos cuerdos y mas libres; para ocupar la España vacía y llenarla de palabras líricas, políticas y hermosas a la vez. Y mira que es difícil pero no hay nada que no se pueda conseguir entre las páginas de un buen libro.

Y me despido aquí de Manuel pero no de Santiago Lorenzo. Aquí comienza una bonita y delirante amistad, estoy segura.

Ya que estamos

No tenía pensado escribirte

pero es navidad.

No tenía pensado salir

pero hay casamiento.

No tenía pensado viajar

pero son vacaciones.

No tenía pensado comer

pero ya estás sirviendo.

No tenía pensado mirar

pero fue señalado.

No tenía pensado avanzar

pero están empujando.

No tenía pensado emigrar

pero vino la crisis.

No tenía pensado volver

pero oí tu llamado.

No tenía pensado besar

pero abriste la boca.

No tenía pensado brindar

pero alzaste la copa.

No tenía pensado volar

pero me diste alas.

No tenía pensado concluir

pero oí los aplausos.

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Luis Pescetti

Unidos contra Drácula.

La bibliotecaria de Auschwitz

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Antonio Iturbe

Planeta, 2012

Hace tiempo que un libro no me removía por dentro como lo ha hecho este. Y, aunque entiendo que cualquiera puede suponer la desesperanza, el miedo, el sufrimiento y la impotencia que esconden sus páginas, no me ha conmovido por el dolor sino por la esperanza. Y la esperanza de esta historia está en los LIBROS.

Dice Francis de Croisset que “la lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren”, pero también lo es de aquellos que toman el tren equivocado, uno que les lleva a un barracón sucio donde solo se duerme sobre un jergón de paja lleno de pulgas y se cuentan los minutos que la muerte les persigue sin llegar a alcanzarles. Los libros en esta historia son la esperanza de salir de allí sin meterse en el mismo vagón, la única vía de escape para no olvidar que son personas, que pueden cerrar los ojos y poner en marcha los mecanismos de la imaginación, y estar allí pero a la vez no perder la capacidad de estar en otra parte donde el mundo tiene luz y les devuelve la esperanza de iluminar su propia realidad.

Eso es la literatura. Y así lo afirma William Faulkner en la cita que precede a la historia:

“Lo que hace la literatura es lo mismo que una cerilla en medio de un campo en mitad de la noche. Una cerilla no ilumina apenas nada, pero nos permite ver cuanta oscuridad hay alrededor”.

Un libro duro pero necesario, especialmente para aquellos que, como yo, creen que la Historia está hecha de todas y cada una de las personas que le vivieron, y nos la tienen que contar no solo para que no se nos olvide sino también para que no se repita. Y para que nos ilumine.

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Leer hoy: una práctica social, educativa y cultural

En contra de lo que vaticinaban los expertos hace ya algunos años, la tecnología no ha supuesto la caída de los índices de lectura, o el repartir más tiempo entre más actividades de ocio frente a las que la lectura queda relegada. Al contrario: ahora se puede leer jugando, es posible jugar a leer, cantar la letra de una canción al escucharla, realizar cambios en lo que se lee y compartirlos, recitar textos que se convierten en videos o escribir relatos de películas que hemos visto y publicarlos como propios en nuestros perfiles sociales. La lectura se ha hecho social, y la tecnología ayuda a conseguir este fin. Pero también lo hace la calle, la actualidad y el generar nuevas estrategias para invitar al lector y al no lector a descubrir nuevas prácticas de lectura. Ha cambiado la mecánica, pero no el fin. Se lee.

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Ilustración de Rita Petruccioli

Las adaptaciones de lecturas en versión cinematográficas exploran las posibilidades de otro medio, el audiovisual, que a través de intenciones comerciales acerca grandes y pequeñas historias de la literatura al gran público, y favorece que aumente el número de lectores que, o bien vuelven al libro después de visionar la película, o se acercan a él por curiosidad, o por simple moda. Donde viven los monstruos, La invención de Hugo, Las aventuras de Tintín, Crepúsculo, Diario de Greg, Harry Potter… son versiones de libros, fundamentalmente para público infantil y juvenil, que revitalizan el acercamiento entre público y literatura, aunque sea a partir de la imagen.

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Relacionar el turismo con la lectura también es una práctica muy interesante. Los monumentos y recorridos históricos se ven complementados a la perfección con recitales poéticos, paseos teatralizados e historias legendarias que actualizan las visitas turísticas y las dotan de un interés añadido. En este ámbito, prácticas culturales como la fotografía, la literatura, el arte, e incluso el disfrute de la naturaleza se “enmadejan” creando conceptos novedosos de interés para un público que busca implicarse activamente en las prácticas culturales que realiza.

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‘Salamanca, dulce nombre te dieron’, una particular versión de La Celestina por las calles de Salamanca a cargo de Edulogic Producciones

A los lectores les gusta implicarse. Por eso todos los eventos letrados realizados por y para el libro terminan convirtiéndose en un éxito de público: los encuentros con autor humanizan la figura del que escribe acercándolo hasta los que lo leen; las ferias del libro de ocasión permiten adquirir ejemplares interesantes y dar a conocer títulos de interés para el público a un precio asequible; los salones y encuentros profesionales facilitan que profesionales del sector discutan y pongan pautas para actuaciones encaminadas a mejorar la calidad de lo que se lee y a aumentar el número de las personas que lo hacen; cursos online, presentaciones editoriales, cuentacuentos en pequeñas librerías…Un amplio abanico de posibilidades para convertir la lectura y la escritura (por extensión) en una práctica de actualidad.

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Sesión de cuentos «Mujer y Ciencia» en librería Letras Corsarias a cargo de Unpuntocurioso

Lo importante es mantener la voluntad de querer leer, de seguir leyendo a través de los nuevos espacios, distintos contextos y estrategias: puede ser un joven que construye su propio escenario literario al terminar un libro que le impacta; puede ser una chica que compra el libro de Crepúsculo después de ver la película; un grupo de jubilados que se abre un blog para continuar las tertulias literarias que les quedan cortas en las sesiones de su club de lectura de los jueves; o un alumno aplicado que crea sus propios materiales de lectura multimedia para estudiar a través de la pantalla.

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Es imprescindible poner la creatividad al servicio de la actualidad para difundir la cultura y ponerle letras, es decir, para favorecer la difusión de la cultura letrada. Sabemos que crear ambientes letrados es ir más allá de los ambientes de lectura convencionales o donde haya muchos libros. Y es que los ambientes de lectura y escritura no dependen de los aparatos, los soportes, la calidad sólo del mediador o de la comunidad, tomada aisladamente, sino de las interacciones.

Hay que crear dinamismo.

Hay que promover nuevas prácticas, espacios e itinerarios de lectura.