Siete días en Croacia

Este año si que hemos organizado bien las vacaciones, tan bien tan bien que merece la pena compartir el itinerario e invitar a otros viajeros -y un poco turistas- a disfrutar de la Costa Dálmata como hemos hecho nosotros. Así que aquí va nuestra crónica, llena de playas, curiosidades, buena comida y rincones bonitos de Croacia.

Día 1 y 2: DUBROVNIK

El avión  aterrizó a tiempo y aunque había colas largas en el aeropuerto enseguida estábamos recogiendo nuestro coche de alquiler en la empresa Unirent (la experiencia con ellos ha sido fabulosa). Después pusimos rumbo a la ciudad pero como llevábamos todo bien preparado decidimos hacer una parada para comer y darnos un baño en la playa de Cavtat, un pueblecito que nos pillaba de camino. Comimos nuestros primeros Cevapi – carne a la parrilla típica de los Balcanes- a la orilla del mar y no solo nos dinos un baño de escándalo sino que es una playa equipada con deportes de aventura así que alquilamos una tabla ¡e hicimos paddle surf! (Los precios eran súper baratos, media hora por 30 kunas= casi 5 euros).

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Llegamos a la ciudad después de comer y buscamos los apartamentos King, nuestro alojamiento que estaba en el Barrio de Mokosika. Fue un acierto total porque se encuentra en una zona relajada de pescadores, con playa típica de piedras enfrente, un bar ideal para cenar- Vapor Bar-, sitio para aparcar el coche y acceso directo a la parada de autobús que en media hora nos dejaba en la puerta de Pile, la entrada a la ciudad amurallada. En Dubrovnik siempre que podáis prescindir del coche y moveros en autobús mejor, porque es una locura para el tráfico.

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Por la noche dimos la primera vuelta por la ciudad amurallada y nos encantó. Tiene toda la magia de los lugares con Historia, es totalmente paseable y descubres rincones bonitos en todas las calles. Si eres fan de Juego de Tronos disfrutarás el doble porque en la actualidad todo el turismo está enfocado a disfrutar de los escenarios de la serie, comprar souvenirs… Si eres viajero entra en el Palacio Sponza, sube por la muralla, prueba con el teleférico o incluso, por qué no, reserva una ruta en Kayak por los alrededores de la ciudad amurallada que incluye la visita a unas cuevas y a la isla de Lokrum por 250 kunas.

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El segundo día en Dubroknik teníamos que decidir que hacer entre todo el abanico de propuestas: el kayak, coger un barco hasta la Isla de Lokrum o a Kórkula,  reservar alguna de las excursiones de Civitatis… pero decidimos apostar por algo que se olvida mucho durante las vacaciones: disfrutar. Así que pasamos la mañana en nuestra playita de pescadores, bajamos en autobús a comer al Kamenice unos mejillones con ajo deliciosos y arroz negro con calamares, y luego por la tarde nos quedamos en la playa de Banje, en la propia ciudad, con vistas a la isla de Lokrum y unas aguas claritas muy tentadoras. Cenamos en el bar Vapor y nos preparamos para emprender viaje al día siguiente.

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Día 3: BRELA

La idea inicial era llegar a Split pero descubrimos una playa preciosa de camino y teniendo en cuenta que teníamos por delante 3 horas de viaje decidimos parar allí en lugar de llegar a la ciudad. El cruce de la frontera con Bosnia- Herzegovina sin problemas ni colas, enseñas el pasaporte y sigues ruta. Llegamos a la playa de Brela justo para comer y descubrimos un lugar muy bonito, con unas vistas típicas croatas a las que ya nos estábamos acostumbrando: bañarse en aguas cristalinas mientras ves las montañas al fondo. Comimos en un puesto de la playa un plato típico de carne rellena con queso y una ensalada también muy de los Balcanes  con tomate, pepino, aceitunas y queso feta. Lo mejor de Brela es sin duda el atardecer, uno de los más bonitos que he visto en mi vida. Y de lo mejor de Croacia, como íbamos descubriendo, la comida, con un amplio abanico de posibilidades que iba desde los rissottos con marisco a los cevapi pasando por los calamares frescos a la parrilla, muy recomendable todo. Incluso nuestro alojamiento , el Bed and Breakfast Rib, con un dueño súper amable que nos ofreció la posibilidad de desayunar en la habitación disfrutando de las vistas al mar.  Encantador 🙂

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Día 4: SPLIT, KASTELA y SiBENIK

Por la mañana llegamos a la ciudad de Split, también amurallada y con mucho encanto, pero llena hasta atrás de turismo, lo que supone buscar un parking, atravesar cientos de tiendas con bolsitas de lavanda y aceite o camisetas de “Pirates of Croatia” antes de llegar a la zona de las ruinas del Palacio de Diocleciano o el Templo de Júpiter. Es una ciudad bonita para pasear, callejear y bueno, de nuevo si eres fan de Juego de Tronos harás el Agosto, sino, a lo mejor te pasa como a nosotros y te empieza a picar la curiosidad sobre la Historia de Los Balcanes, los orígenes de la terrible guerra que vivieron hace menos de treinta años y las consecuencias. Nos pasamos todo el viaje en coche buscando información sobre el conflicto y ordenando un poco nuestra propia opinión sobre todo esto tan triste pero tan contemporáneo.

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Llegamos en modo turista hasta Kastela, un conjunto de cinco pueblecitos pesqueros con castillo – de ahí el nombre- y con playa para darse un refrescante baño, pero después no alcanzamos a visitar Trogir, aunque nos hubiera encantado porque debe ser una ciudad medieval con mucho encanto.

Hicimos noche en Sibenik, con la intención de visitar la ciudad al día siguiente, y reservamos un alojamiento también muy recomendable a las afueras de la ciudad, Apartment Kata, donde nos recibió un matrimonio alemán muy pintoresco que había reformado una enorme casa como espacio turístico pero con encanto. Además tenían piscina y nos dimos otro baño nocturno ideal. Luego para comer justo frente al mar hay un montón de restaurantes con platos típicos y esa noche apostamos por la pizza en horno de leña. Deliciosa.

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Día 5: PARQUE KRKA, SiBENIK y ZADAR.

La mañana la decidimos a visitar el parque Krka por recomendación de un gran amigo y fue todo un acierto. Esta a menos de veinte kilómetros de Sibenik, y puedes elegir entre varias entradas por distintas ciudades. Nosotros apostamos por Lozovak porque estaba muy cerca de la ruta senderista que te permite bajar a la gran cascada sin autobús ni barcos. Cogimos las entradas en la taquilla – 200 kunas cada uno- sin grandes colas y tardamos diez minutos en llegar al inicio de la ruta más sencilla que te permite disfrutar del entorno del parque en tres- cuatro kilómetros hasta llegar a la gran cascada. Allí puedes bañarte mientras disfrutas de las vistas. De hecho, debes bañarte porque es una experiencia increíble. Lleva escarpines porque si no la entrada al agua será demasiado resbaladiza y regálate un ratito de relax impagable. Bueno, impagable no porque cuesta casi treinta euros pero con la cantidad de gente que hay pagando esos precios (y lo poca respetuosa que es a veces con el viajero) si fuera gratis sería más parecido a la cascada del Infierno que al paraíso que es en realidad 🙂

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Después nos fuimos a comer a Sibenik, otra ciudad con mucho encanto (y mucho turismo). Encontramos un restaurante que nos encantó, el Bistro Luce and Brigitta y comimos los mejores mejillones con espagueti y ajo que he probado en mi vida. Después de la visita pusimos rumbo a Zadar donde llegamos ya de noche.

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Día 6 y 7: ZADAR, LAGOS PLITVICE y ZABREB

Zadar es una ciudad pequeña pero con un encanto irresistible. Pasear por sus calles, darse un baño en mar abierto bajando las escaleras del paseo marítimo, descansar en el impresionante Órgano del Mar o disfrutar por la noche del Saludo al Sol son solo algunas de las cosas más recomendables que cualquier que visite la ciudad debe experimentar.

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Pero también es interesante ser curioso por eso nosotros visitamos el Museo de la Ilusión y pasamos un rato muy divertido experimentando con nuestra imaginación. Luego pateamos la ciudad por las murallas, curioseamos el Mercado de Pescado y verduras, nos dimos un baño relajante, visitamos San Donato, comimos unos platos de pescado fresco riquísimos y nos empapamos de la cultura croata. Si os gusta el arte además de los rincones históricos de la ciudad os recomiendo descubrir el trabajo de Ana Kolega y Marijana Jakelic, dos artistas croatas que presentan un punto de vista muy curioso de sus ciudades 🙂

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Por la tarde visitamos el pueblo de Nin, que tiene una de las playas de arena más largas del país y por la noche descubrimos un sitio fabuloso para cenar, el 4kantuna, en pleno centro de la ciudad pero con una terraza interior y unos sabores de escándalo.

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A la mañana siguiente pusimos rumbo a los Lagos Plitvice, un lugar de imprescindible visita en Croacia, pero como no teníamos prisa ni habíamos reservado entrada previamente (hacedlo con dos días de antelación en su web si queréis evitar una cola larguísima) pues paramos en el pueblecito de Posedarje y nos dimos un baño para coger fuerzas. Llegamos al entorno de los Lagos a las 15h, escogimos el aparcamiento 1 que es el que está más cerca de los Lagos inferiores e hicimos una hora de cola para conseguir entradas para las 16h, que como ya son solo de media día cuesta  150 kunas en lugar de 250 kunas por persona. Y elegimos la ruta A, la más sencilla, para disfrutar de la cascada Veliki Slap y del entorno del parque durante 2 horas. Tenéis infinidad de rutas y posibilidades para elegir, algunas conectadas por barco y autobuses, así que planificar bien antes si queréis pasar seis horas caminando, cuatro o dos días enteros. A nosotros nos resultó más que suficiente con la ruta A para disfrutar de los Lagos 🙂

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Por la noche llegamos a Zagreb y ojalá hubiésemos tenido un día más porque es la típica ciudad que, si te gusta más viajar que hacer turismo, te enamora. Se acaba el poso artificial que tienen las ciudades de costa, enfocadas tanto a la venta, y llegas a calles y callejones llenos de grafittis, músicos tocando en las plazas, la iluminación justa en los lugares para sentirte un poco como en casa. Todo esto pudimos descubrirlo en solo dos horas gracias al personal del hostel donde nos alojábamos, Swanky Mint, el mejor de todo el viaje. No solo por las habitaciones o el destino continental sino por la bienvenida, el jardín de la piscina, los chupitos de jager y las recomendaciones para una visita express. Gracias a ellos cenamos extraordinariamente bien en el Nokturno – una lasaña de queso deliciosa- y vimos rincones preciosos de la ciudad.

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Ahora ya en el avión de vuelta queda recordar todo lo que hemos disfrutado, agradecer los consejos de otros viajeros como nosotros y compartir lo que hemos descubierto para que pueda seguir funcionando este engranaje tan importante que es conocer otras culturas, otros lugares, llenarse de palabras nuevas, de gestos, rincones y costumbres para descubrir qué diferentes y qué iguales somos todos, en el fondo.

Hvala, Croacia!

 

 

 

 

Bok, Croacia!

El día 1 de agosto empezaron mis vacaciones y me dispuse a cumplir uno de mis objetivos de este año: hacer Paddle surf. Cualquier que me conozca sabe que siempre he querido hacer paddle surf, incluso antes de que le pusieran ese nombre yo sabía que habría una manera divertida de subirse en una tabla de surf sin necesidad de pelearse contra las olas, en plan tranqui.

Como están dejando Salamanca muy bonita con un montón de carril bici y parques y reformas me supuse que en este tema también habrían metido mano, y efectivamente. Llegué a la pesquera de Tejares y había instalado un puesto de deportes acuáticos de aventura con hayan, motos de agua, surf, bananas y otras propuestas. Y además de gestión pública y todo gratis, se llamaba Sal-al- agua- Manca y me encantó. Así que esperé pacientemente mi cola de tres horas (todos los que sois de Salamanca sabéis que las cosas gratis generan cierta demanda y largas colas, esta era algo menor de lo habitual porque algunas actividades tenían límite de edad por arriba). Cogí mi tabla, y a navegar.

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Claro, yo nunca ha hecho paddle surf y siempre me ha parecido que tenía que ser por fuerza facilísimo pero una vez que estás en la tabla, de rodillas, la cosa se complica. Mucho. Yo remaba y remaba y todo bien. Pero luego dejaba el remo, ponía un pie delante del otro, la rodilla arriba (como en el saludo al sol), la otra arriba también enseguida y… me entraba el tembleque de piernas y el miedo- que ya verás que me hundo y vete tú a saber que hay en el fondo del Tormes, que si luego me pasa como el día de Huerta y me da un ataque de risa y no puedo subirme de nuevo a la tabla-… total, que me vi desembocando en Fermoselle en el río Duero, y de ahí de rodillas hasta el Atlántico en Oporto, y luego me lié y venga a irme a la izquierda y de rodillas por todo al Atlántico hasta que acabé en el Mar Adriático. Y allí sí que me dije: tienes que levantarte Rebeca.

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Asi que hice lo que todo el mundo sabe que tiene que hacer cuando no sabe hacer algo: preguntarle a Google. Que no os parezca extraño que llevara el móvil conmigo porque todo el mundo que practique o haya practicado deportes acuáticos de aventura sabe que te dan un cubilete hermético para que lleves todo tu lastre: las zapatillas, crema solar, el sombrero, ropa de cambio, un libro. las llaves del coche y el móvil, por supuesto. Así que enseguida – con esto del roaming no os preocupéis por la cobertura que hay datos suficientes para estar conectados todos en todas partes, como siempre hemos deseado-, pues enseguida encontré la respuesta en un foro. Decía así:

  • Colocamos un primer pie a un lado del asa de la tabla, procurando apoyar la mayor parte de la planta posible.
  • Colocamos el segundo pie al otro lado del asa y seguidamente nos levantamos.
  • En el momento en el que nos levantamos ponemos el remo en el agua lo antes posible.
  • Nos levantamos dejando nuestras rodillas flexionadas, la mirada al horizonte y la espalda recta.

Y recordad no dejéis de repetiros cuando estéis sobre la tabla:

PIERNAS FLEXIONADAS, ESPALDA RECTA, MIRADA AL HORIZONTE, PIERNAS FLEXIONADAS, ESPLADA RECTA, MIRADA AL HORIZONTE, PIERNAS FLEXIONADAS, ESPALDA RECTA, MIRADA AL HORIZONTE,……

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Y eso es lo que hice. Y lo conseguí. Me pareció hasta un buen consejo para la vida. Duré un minuto, el tiempo suficiente para pensar que todo merecía la pena y que siempre hay que intentarlo, aunque parezca lo más difícil y acabes en el culo del mundo.

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Luego me hundí. Pero… estaba en Croacia, al lado de la “Ciudad de Juego de Tronos” aka Dubrovnik, concretamente, y me pareció mal volverme sin explorar la Costa Dálmata. Así que estaré por aquí unos días, comiendo mejillones con ajo, explorando playas de piedras preciosas y desconectando en buena compañía.

Bok, Croacia!

 

PD. Os recuerdo que en mi blog cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia 🙂

 

 

 

 

 

10 lugares imprescindibles del Argarve

1. La playa de Beliche: pertenece a la población de Sagres y no sabría explicaros por qué, pero tiene algo especial que no encontrareis en el resto. Un azul más intenso, unos acantilados más escarpados, un viento más afilado… y una paz que no se explica con palabras.

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2. El Cabo de San Vicente: allí donde termina el mundo  y donde también sopla mucho el aire (llevad siempre algo de abrigo) merece la pena hacer una parada sin prisa y jugar con el sol cuando se pierde en el horizonte. Es abrumador sentir tanta naturaleza alrededor y verla con la distancia suficiente como para formar parte de ella, sin pensar en nada más.

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3. El entorno de Cacela Velha, un pueblo pequeño que, aunque ya es muy turístico, conserva el encanto de visitar sus playas en barco ( al menos cuando sube la marea no existe otro medio), pasear por sus cuatro calles blancas y limpias y disfrutar de una sensación que ayuda a olvidar el turismo de masas.

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4. El mercado de Loulé y su entorno: porque no todo en el Algarve son playas y merece la pena visitar este lugar con más de cien años de Historia que está lleno de olores y sabores. Piri-piri, sardinhas, miel, aceite de oliva, vino con denominación de origen y otras delicias para los sentidos que también son parte importante de los viajes. Un pueblo con mucho sentido, sin duda, ideal para los sibaritas amantes del buen comer y el buen beber.

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5. La punta de Piedade en Lagos: tanto la playa de Santa Ana como la de Don Camilo son de obligada visita pero están tan masificadas que no encontraréis en ellas mas que el placer de inmortalizar el lugar en unas cuantas fotografías. En cambio, en la Punta de Piedade el mar juega con las rocas y las moldea a su gusto. Tanto si decidís visitarla en barco como en kayak o simplemente disfrutar del espectáculo en la distancia, os sentiréis sobrecogidos por la fuerza de la naturaleza. Impagable.

6. La vida de Portimão; posiblemente una de las ciudades con más movimiento del Algarve. La playa de Rocha es larguísima y no solo merece un buen baño sino que está repleta de posibilidades de ocio. Alquiler de motos de agua, kayak, vela… las propuestas son infinitas para disfrutar del entorno de una manera más activa. Y luego el paseo por el centro, bullicioso, lleno de tiendas, os reconciliará con el turismo más tradicional.

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7. El pueblo de pescadores de Olhao: es una pequeña población también ligeramente alejada del epicentro turístico pero con mucho que ofrecer. Al ser un pueblo tradicional de pescadores es inevitable pasear por sus callejuelas y perderse en ellas, pero también es una buena idea sustituir el paseo por una buena ración de marisco, disponible en todos los restaurantes del puerto. Además,       cuenta con un importante número de obras de artes urbano que están convirtiendo a la ciudad en un punto de paso de hípsters. Merece la pena.

6D6DE800-7303-46BD-9278-9224D4A88EC4.jpeg8. Las playas de Lagoa: este es una recomendación redundante. Todo el mundo quiere ir a la playa de Benagil o a la de la Marina, a visitar las cuevas en kayak o a pasear entre las grutas que va creando el mar en las rocas, buscando la foto perfecta. Muchas de las imágenes que promocionan el Algarve son de estos dos rincones y, bueno, personalmente creo que las hicieron en diciembre a las 9 de la mañana de un día cualquiera porque si no, lo normal es encontrar estas playas abarrotadas, esperar por el barco o el kayak durante horas y mover continuamente tu toalla huyendo de la subida de la marea o de las pisadas de los cientos de turistas que abarrotan la zona. Si, es un paisaje recomendable, pero sabiendo la realidad.

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9. Merece la pena curiosear cualquier rincón de cualquier sitio que visitéis, está es mi recomendación más personal. No importa que no aparezcan en las guias o que no sean los mejores restaurantes de TripAdvisor. Los espíritus curiosos encuentran siempre lugares que se quedan grabadas en la retina y no tienen por qué venir recomendados. A lo mejor eres tú el que tiene que recomendarlos. Piénsalo.

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Nadadoras Salvadoras

Ya sabéis que a las primas a veces nos mandan misiones internacionales que nada tienen que envidiar a las de Tom Cruise. Hemos estado en Estambul, París, y Cangas de Onís, entre otros destinos, por eso cuando la semana pasada recibimos la llamada no dudamos en aceptar. Encima tocaba playa, ¡asi que ideal! Rumbo a Figueira.

El problema es que cuando llegamos allí nos dijeron que la misión era de alto riesgo: todos los nadadores salvadores (en cristiano, socorristas) de la playa de Figueira habían resultado intoxicados por la ingesta masiva de las mariscadas congeladas del Bar Espanhol (que nos encantan, por cierto) y teníamos que sustituirlos urgentemente.

Oh oh. No es solo que la misión fuera peligrosísima, sino que además implicaba que no habría mariscadas para celebrar el éxito. Antes de decidir si la aceptábamos o no, nos fuimos a comer unas francesinhas. Comida ligera portuguesa. Y después, como no nos decidíamos, nos metimos en el Casino y venga a echarle a la ruleta, venga a echarle a la ruleta, pues acabamos debiéndoles a unos de la mafia china que andaban por allí cientos y cientos de euros. Total, que teníamos que aceptar la misión si o si, porque no teníamos ni un duro y la gasolina en Portugal está carísima. Fue así como empezó todo.

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La mañana del sábado, ya convertidas en Cejota, Pamela, Mick Buchannon, nadadora salvadora en prácticas y monitora friki, nos repartimos los puestos en la playa. ¿Sabéis de que color estaba la bandera? Si, efectivamente. Roja.

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Así que Pamela tuvo que hacer dos salidas, que se saldaron con una mujer intrépida haciendo la croqueta, y un niño en caída libre y luego vino muy apurada, nos reunió en su puesto a todas y nos dijo con lágrimas en los ojos «chicas, no puedo continuar con la misión porque es extremadamente peligrosa, y me encanta el color morado, mi película favorita es La milla verde porque sale un ratón, y en agosto me caso». Pero alma de cántaro, haberlo dicho antes… Las primas somos por encima de todo las primas, así que dejamos desatendidos los puestos y nos fuimos a celebrar. A tomar por culo la misión.

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A partir de ahí empezó el desenfreno: una fiesta de cocos en la playa, un desembarco pirata con dedicatoria musical incluido e incluso un intento de secuestro en la habitación del hotel por parte de los habitantes del planeta de Raticulín. Todo aderazado con bien de marisco y mucha risas.  De haberlo sabido antes… habríamos preparado algo, pero incluso improvisando somos la leche. De hecho, como colofón final (no sigáis leyendo si sois fácilmente impresionables) nos marcamos una sesión Hoponopono en el hotel, diciendo con el corazón en la mano «Lo siento. Perdóname. Gracias. Te amo».

 

Posiblemente no vuelvan a encargarnos ninguna misión mas pero ¿sabéis qué? Pues que Pamela se casa y eso… Eso hace unos años si que habría sido una misión imposible así que nadie sabe qué puede pasar mañana 🙂

Ahora, de vuelta en el hogar, nos despedimos como nos enseñaron los secuestradores de Raticulín «wi wi wi» que es algo así como »

¡sed felices, Silvia y Sara!»

Todo incluido

He probado muchas cosas en esta vida: vuelos trasnoceánicos, dormir en un camping, aprender neerlandés, conducir un jeep en la zona electromagnética de Isla de Pascua, pasarme un día entero en la cama, decir que si cuando quiero decir que no, decir justo todo lo contrario, no salir de fiesta en Mikonos, gastar 700 tokens en un festival de música, plantar un árbol, … pero no había probado un TODO INCLUIDO en un hotel. Ahora si, y os puedo contar mi experiencia por si queréis intentarlo.

Estoy bien, la verdad, llevo cinco días en régimen de no hacer nada mas que dormir y comer e ir a la playa y pasear. Me siento como un bebé con las necesidades básicas cubiertas. Y tranquila, pendiente solo de cambiarme el traje de baño y aprovechar las vitaminas del sol que me hacían falta como agua de mayo.

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Es importante cuando vayáis a un TODO INCLUIDO que elijáis bien la compañía. Aquí están contraindicados los que vienen llenos de energía y siempre quieren hacer algo (esa era yo hace unos años); también son problemáticos los que no saben entretenerse de forma sencilla (lectura, música, paseos) y abusan del móvil como su único enlace con el mundo; están estrictamente prohibidos los tiquismiquis con la comida porque un buffet libre con alguien al lado que te mira con cara de ¿te vas a comer todo eso? no es un buffet, es un asco. Yo por suerte he escogido la mejor compañía del mundo 🙂

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Si no sois tranquilos de natural y tenéis la mente inquieta, como la mía, llevaos muchos libros, porque en un TODO INCLUIDO hay tiempo de sobra para leer novelas, ensayos, chick lit, best-sellers, lo que sea. De hecho me alegra confirmaros que la mayoría de la colonia alemana que comparte alojamiento con nosotras, lee. Desde la tumbona, porque no se mueven mucho mas, pero siempre con un libro entre las manos. Hay esperanza, amigos.  Nosotras ya llevamos tres, y vamos a por el cuarto. Y además de la lectura, si abres bien los ojos, el entorno te puede poner delante otras mil posibilidades. A mi por ejemplo me puso una tabla y aquí que llevo cinco días bañándome e intentado coger olas gracias a algún turista que no podía facturarla 🙂

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Pero el ejercicio de la mente se complementa con el del cuerpo asi que no os olvidéis de mover todo lo que acabáis engullendo, devorando, comiendo, zampando o como queráis llamarlo, en el buffet. Porque si, os pongáis como os pongáis, llevo fijándome cinco días y todo el mundo se pone como el tenazas, si no es de patatas fritas es de postres, y si no de vino o de cocacolas o de ensaladas que esconden filetes de carne y cosas empanadas. Nadie lo dice en voz alta pero todos los piensan «ya que lo pago…» (esta es una reflexión muy española que se exporta con facilidad a otras culturas). Total, que comáis lo que os de la gana, que para eso estáis de vacaciones, pero luego dar paseos largos y curativos por la playa, que eso si que alimenta.

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Y por último, pero no menos importante, la enseñanza fundamentaL: NUNCA ESTÁ TODO INCLUIDO. Como en la vida. Es una enseñanza muy importante que te tienes que llevar de aquí, cuando llegas muy confiado con tu pulserita, pensando que te vas a comer (literalmente) el mundo y te cruzas con los del Bussiness Club, el Dominus Group o el Continental Style, con otra pulserita distinta y siempre un añadido: un vino más exclusivo, una zona especial para estirar las piernas… Los hoteles son como la vida misma, y no está de más que nos recuerden que nunca pero nunca tendremos todo incluido.

Y que tampoco nos hace ninguna falta. 

 

 

 

 

 

De viaje por Sicilia: 2000 kilómetros en una semana

Dicen que Sicilia está de moda, quizás por eso todo el mundo tiene a algún conocido que ha ido o irá a la isla. Vosotros me tenéis a mi, y aquí va mi crónica de una semana en tierras Sicilianas. Ya sabéis que mis rutas no son las más tradicionales del mundo pero yo las comparto, por si hay por ahí algún ser raro o curioso que quiera viajar un poco más por libre y descubrir la otra parte de la foto que todo el mundo sube pero nadie explica.

Al contrario de lo que recomiendan (dormir en distintas ciudades para poder ver la isla en ruta) nosotros reservamos un hotel cerca de Palermo, el Domina Bay Zagarella, y después de recoger el coche alquilado en el aeropuerto nos pusimos rumbo alli. Un hotelazo, nada más llegar nos colocaron la pulsera y nos tembló un poco el pulso, ¿y si nos recluíamos allí toda la semana? Piscina, acceso directo al mar, Pool Bar… Pero después de pasar allí unas horas se nos quitó el gusanillo.

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Nuestras vacaciones tenian que ser extenuantes, teníamos un coche al que hacerle el rodaje y un montón de kilómetros por delante que recorrer, de lugares bonitos por explorar y de spaguettis con almejas por disfrutar. Así que dormimos bien y así empezó el viaje.

DÍA 1: Castellamare do Golfo, Scopello y Trapani

No madrugamos mucho, para qué os vamos a engañar, pero escogimos lugares bonitos que nos permitieran conocer el Oeste de la isla y además darnos un bañito. La primera parada fue Castellamare do Golfo, llamado así por que tiene casi un castillo en el mar y está en un Golfo. Fin. Es un pueblo bonito, si, pero no tiene mucho más. Su playa es normalita y lo mejor casi las vistas desde la carretera cuando prosigues el camino.

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La siguiente parada fue Scopiello, un pueblo muy pequeño que nos enseñó la primera lección: aparcar el coche en Sicilia siempre cuestas dinero. Lo dejamos en el parking de la entrada y disfrutamos de sus cuatro callecitas antes de bajar a la playa. Comimos en el Vincent Bar en una esquina súper coqueta donde todos los turistas pedían Pani Cunzatu (un bocadillo con tomate, anchoas, queso y aceite) y de postre un Canolo (tubito de masa enrollado con ricotta dentro) que nos sirvió para todo el viaje. No más canoli. No somos de dulce. Después para bajar a la playa cogimos un atajo y llegamos a la Tonnara de Scopiello, una antigua atunera reconvertida en playa a la que puedes acceder por cuatro euros. Las vistas son muy bonitas pero… el contraste de las fotos antiguas del lugar todo lleno de pequeños barcos pesqueros y trabajadores con los yates y barcos de recreo que ocupaban ahora su lugar… da que pensar, la verdad.

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Cogimos de nuevo el coche y después de dos bañitos llegamos a Trapani a media tarde, tiempo suficiente para ver un precioso atardecer y pasear por sus dos calles centrales, Via Garibaldi con sus palacios barrocos o Via Vittorio Emanuele con su recorrido de iglesias. Después de un día intenso pusimos rumbo a Palermo y nos dimos cuenta de que habría que alternar entre ajetreo y descanso, que para eso estábamos de vacaciones.

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Consejo del día: es imposible verlo todo, así que acorta itinerarios y disfruta del viaje 🙂

Banda sonora del día:

Día 2: Agrigento, la Scala dei Turqui y Poggioreale Vecchia

Aunque nos recetamos descanso al día siguiente nos levantamos con ganas y pusimos rumbo al Sur, a descubrir las maravillas de Agrigento. Aquí me vais a permitir un inciso, y es que aunque todo el mundo diga que en Sicilia se conduce fatal y que las carreteras son malas… es todavía mucho peor que eso. A no ser que vayas por autoestrada o autovia, conducir por sus nacionales o comarcal es es un infierno, y ya ni te cuento si encima están en obras y cada dos por tres te cortan carriles, te obligan a cambiarte a al otro lado o vas en caravana con cinco camiones. La parte positiva es que te da tiempo a admirar el paisaje y que que lgente que vaya a la isla dentro de diez años va a disfrutar de unos carreterones de impresión. La negativa es el resto.

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Llegamos a Agrigento y tardamos tanto que yo creo que en El Valle de los Templos se habían caído algunas piedras más. Aún así pagamos nuestra entrada, hicimos nuestras fotos y disfrutamos con la historia de los dioses de antes que tenían tanto ingenio y ganas de perdurar en el tiempo que sus construcciones llegan hasta nuestros días. Hagamos unos segundos de reflexión, imaginando qué estamos dejando nosotros con Historia y calidad para dentro de unos cientos de años…

 

Me lo temía. Sigamos pues, con el viaje. Nos pusimos rumbo a la Scala dei Turquía, una palYa con rocas blancas también muy mencionada en las guías. Antes hicimos una paradita  para degustar spaguetti con almejas y gnochis a la Siciliana en la Pizzería Mediterráneo, y los dos platos estaban buenísimos. Cuando llegamos a la playa volvimos a repetir el mecanismo, coche en el parking y acceder al lugar siguiente a una marabunta de turistas.

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Al llegar hicimos la foto y nos dimos un baño, planteándonos seriamente si no habría lugares en Sicilia menos transitados que los que intentábamos disfrutar. En el camino de vuelta nos negamos a sufrir la misma carretera así que decidimos dar un pequeño rodeo y fue así como llegamos a Poggioreale Vecchia.

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Este lugar es mágico y yo mandaría a todos los turistas a que pasaran por allí. Era un pueblo normal y corriente hasta que en 1968 un terremoto lo arrasó y todos sus vecinos tuvieron que abandonarlo. Desde entonces, quedó como un pueblo fantasma y aunque ahora mismo está cerrado a los visitantes siempre hay un camino por el que acceder si se quiere visitar (concretamente el que sale por detrás De la Iglesia hasta la carretera de arriba). Es increíble cómo te puede cambiar la perspectiva una historia como esta en medio de todo el turisteo y de coches por tres carriles que no existen o parkings gratuitos que se hacen de pago. Nosotros llegamos ya casi de noche pero de verdad merece la pena acudir con todo el respeto del mundo y hacer una foto que recuerde que un país, por muchas luces que tenga, también tiene sus sombras.

Consejo del día: si construyes algo utiliza buenos materiales y preocúpate bien de los cimientos.

Banda sonora del día:

Día 3: Cefalù

Amanecimos con tranquilidad y decidimos pasar la mañana en las hamacas a pie del mar del hotel. Es un tratamiento para vacaciones que recomiendo a todo el mundo 🙂

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Con las pilas cargadas decidimos comenzar la exploración del Este de la isla y fuimos hasta Cefalù, un pueblo pequeñito y muy recomendado en todas las guías. Merece la pena, la verdad, por sus calles y por la puesta de sol sobre la roca, además del Pantocrator que se esconde en su catedral, pero las playas son arena de otro costal. Al ser tan turístico o pagas tú hamaca o te arriesgas a dormirte la siesta en tu toalla y despertar abrazado al que tienes al lado. En hora punta no hay hueco ni para apoyar la sandalia. Aún así, no dudéis ni por un momento que conseguimos encontrar hueco, darnos un baño y dormir un rato 🙂 Después disfrutamos de la puesta de sol y nos sentimos muuuy afortunados.

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Consejo del día: hagas lo que hagas, ponle cabeza.

Banda sonora del día:

Día 4: Volcán Etna, Catania y Taormina

Tocaba nuevo día de conquista y decidimos madrugar y aprovecharlo para subir al Etna y visitar luego toda la Costa Este de la Isla. Llegar al Refugio Sapienza – donde se coge el funicular- desde Palermo no fue cosa fácil, el último tramo es una carretera de sierra con millones de curvas que superamos con nota. Y al alcanzar el refugio toca decidir cómo subir. No os voy a engañar, es todo una cuestión económica más que física o moral. Puedes subir completamente gratis – pagas el parking, por supuesto- y hacerte los dos tramos -el del funicular y luego el de los autobuses 4×4- andando, en bici o saltando como quieras. Pero o vas bien equipado (con bastones, calzado, agua y tiempo) o si no la aventura se convierte en el infierno. Nosotros subimos -ni lo dudéis por un momento- primero en funicular y luego en autobús cuatro por cuatro. Cada viaje de funicular y cada viaje de autobús sale más o menos a quince euros así que si le añadís el precio del parking esta foto tan bonita que os pongo a continuación cuesta 130 euros.

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Pero es preciosa:-) y puedes pasear entre los cráteres anteriores a la cima y freír un huevo si te has acordado de llevarlo.

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Después de la aventura de Etna (que fuera de bromas es imprescindible) pusimos rumbo a Catania. Como ciudad nos gustó mucho, tiene aires de Cultura y decadencia a partes iguales. Paseamos por  el centro, llegamos al mercado del Pescado por el olor y nos dio pena no tener más tiempo para disfrutarla.

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Solo nos quedaba Taormina, y tuvimos la malísima suerte de llegar hasta la Isola Bella y que estuviera tan llena que no pudimos ni aparcar, o intentar ver el Anfiteatro romano y que estuviera cerrado por un concierto. Aún así, para mí Taormina es y será siempre una de las ciudades más bonitas del mundo porque por encima de lo que vemos, hay otras cosas, y la que pasó allí no la olvidaré jamás.

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Consejo del día: Taormina resume en sí todo lo que hay en la Tierra capaz de atraer la vista, la imaginación y el espíritu.

Banda sonora del día:

Día 5: Palermo

Después del Etna si que conviene tomarse un descanso y nosotros volvimos a nuestro plan original de tumbona frente al mar. Con la energía del sol y del agua, decidimos pasar la tarde en Palermo, y haya allí que nos fuimos. De todas las ciudades posiblemente es la que más me ha desencantado, porque exceptuando la zona del centro turístico – Cuatro Canti, la Fontana Pretoria, la catedral o el Teatro Masimo, todo casi en la misma calle- el resto es desastroso e incluso sucio. No visitamos las famosas catacumbas, es cierto, pero tampoco nos quedamos con ganas porque esperábamos una ciudad con más luz, con otra vida.

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Consejo del día: no pierdas el tiempo.

Banda sonora del día:

Día 6: Capo Plaia y Capo d’Orlando

Aquí si que ya nos planteamos y desde por la mañana decidimos apostar por una playa que nos permitiera disfrutar de la isla como tal, sin agobios de turistas ni tiendas de souvenirs. Y la encontramos. Justo antes de Cefalu, paramos en Capo Plaia y disfrutamos de unas playas de más de uno y dos kilómetros de longitud con aguas cristalinas para disfrutar del amar Tirreno. No massagio, no ochiali, no coco bello, solo algunos bañistas y nosotros. Impagable.

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Por la tarde decidimos seguir apostando por esta costa y nos acercamos hasta el Capo d’Orlando, donde encontramo otra playa muy similar que, aunque cambió la arena por piedras, nos regaló uno de los atardeceres más tranquilos y bonitos que yo he visto en mi vida.

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Consejo de día: «Las vacaciones consisten en no tener nada que hacer y disponer de todo el día para hacerlo». Robert Orben

Banda sonora del día:

Día 7: Monreale y vuelta

Como solo podíamos disfrutar de la mañana, decidimos acercarnos hasta Monreale y dar un paseo por sus callejuelas. Su catedral es uno de los ejemplos más representativos del arte de Sicilia, tan repleto de conquistas y asaltos que uno nunca sabe ya de dónde vino lo que está viendo.

Cuando nos montamos en el avión fuimos conscientes de todo lo que habíamos hecho en solo una semana, casi dos mil kilómetros y muchos rincones increíbles, pero también nos hemos dado cuenta de que las vacaciones no son solo viajes de descubrimientos de lugares sino también de momentos únicos, y que por encima de todo con el tiempo, todos los viajes terminan en el mismo lugar, en casa 🙂

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Misión en Aveiro

El otro día me llegó una notificación oficial ¡y no era de Hacienda! De nuevo desde el Ministerio de Curiosidad nos convocaban al equipo de investigación altamente cualificado, Las Primas, a una misión de riesgo como otras que ya hemos realizado en París o Estambul. Esta vez, el destino era Aveiro, muy cerquita, en el país vecino. Y allá que nos fuimos.

Hacía tanto tiempo que no nos juntábamos las cinco… Habíamos echado tanto de menos el vocalismo, el tocahuevismo, el tontismo y todos los ismos que nos caracterizan que fue pisar tierras lusas y mandamos a tomar por culo la misión. El verano está hecho para disfrutar 🙂 ni siquiera preguntamos qué teníamos que hacer, nos limitamos a trotar hasta la playa, montar la sombrilla, desplegar el cortavientos recién comprado y montar la otra sombrilla robada; echarnos bien de crema; bañarnos en el Atlántico con una cuerda -está tipificado como deporte de riesgo y en el Decathlon te venden la soga como instrumento de acompañamiento-; echarnos otro bien de crema; y ponernos hasta arriba de marisco y vinho verde en el restaurante Costa Nova; después de comer, nos echamos otro bien de crema, nos bañamos de nuevo con cuerda y nos echamos otro bien de crema.

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Enseguida se nos hizo la hora de cenar, y pusimos rumbo a Aveiro ciudad a buscar un Prego no prato. Podéis pensar que la misión indirectamente estaría relacionada con la gastronomía o con el bronceador, porque en todo el día no hicimos otra cosa, pero erráis el tiro.

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Al día siguiente, Domingo, después de un buen desayuno y bien de crema, descubrimos la misión secreta: nos habían mandado para testar el modelo de cortavientos de los chinos y enseñar al resto de la Humanidad a plegarlo después de un entrenamiento sutil pero complejo. Todo el sábado lo habíamos montado y desmontado con aparente normalidad pero el domingo… el domingo media playa se puso en fila para reírse mientras intentábamos por turnos que se hiciera redondo como al principio y que cupiera en su mochila. No había manera, oye, algún paso nos habíamos saltado del entrenamiento mientras comíamos quisquillas o volábamos el avión de papel.

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Al final, admitiendo el fracaso de nuestro misión tuvimos que recurrir al gran jefe de todas las operaciones. Google. Y con un sencillo tutorial de treinta segundos nos confirmó lo mal que lo estábamos haciendo y lo fácil que resultaba cuando seguías los pasos del vídeo.

La sensación de desazón nos duró como dos segundos. Ja, el gran jefe siempre estaría ahí y de vez en cuando lo más importante no es resolver sino DISFRUTAR. Y nosotras habíamos disfrutado, vaya que si habíamos disfrutado.

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Así que la próxima misión que se prepare. Porque lo mismo la resolvemos… o no:-)

Camino Lebaniego. Tercera etapa.

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Esta mañana amaneció soleada, respiramos hondo, nos metimos un buen desayuno entre pecho y espalda, y emprendimos ruta hacia Castro Cillorigo. De nuevo os recuerdo que somos gente fuera de lo normal y por eso no comenzamos en Cabañes sino que nos ahorramos casi la mitad de la etapa para evitar desfiladeros o pasos complicados, y comenzar directamente en terreno llano.

No pudimos, por tanto, caminar por La Hermida pero qué bonito es el desfiladero, aunque sea desde el autobús. Es uno de esos momentos en los que la naturaleza te sobrecoge con su fuerza y tú te quedas callado y simplemente la observas.

A las 9 empezamos a caminar una etapa que se preveía fácil. De hecho, al juntarnos con el Camino De Santiago comenzamos a caminar con mucha gente y llegamos a Potes con el tiempo suficiente para sellar, ya sabéis que sellar es imprescindible. Muy imprescindible.

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Y después llegaron los tres kilómetros de subidita hasta el monasterio, un poco terribles con sol y con la prisa por llegar a la misa del peregrino pero… misión cumplida. Impresionante la cantidad de gente que había. Si este año sigue así, tendrán que tomar medidas porque la afluencia es increíble, cosa que por otra parte es muy buena. Total, que después de la misa nos fuimos todos tan ricamente a comer a Valdecoro, en Potes.

En el camino de vuelta paramos en Lebeña y la chica que hacía de guía en la iglesia nos devolvió la sonrisa. Nos colamos en una visita que ya había empezado y ella, que más dulce no puede ser, intentó frenarnos pero ya estábamos dentro de la Iglesia y no habia manera. Fernando le decía que solo éramos nueve y que ya estábamos dentro. Ella le decía que teníamos que pagar, al menos, un euro y medio por peregrino normal o solo un duro si veníamos con autobús. Y Fernando, que no acababa de enterarse del todo, le decía que le cobrara la entrada de nieve peregrinos y un autobús. Y mientras Julia, mi madre y yo nos despatarrábamos de la risa, Jesús metía cizaña y decía que lo nuestro no era autobús, que era muy pequeñito. Qué momentos.

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Cuando la guía pudo comenzar a hablar nos contó un montón de anécdotas sobre la iglesia, con esa voz tan dulce que tiene, como la vez que robaron la talla de la Virgen de la Leche y la encontró mucho tiempo después la Guardia Civil en Alicante. La gente de pueblo decía que volvió más morena. O la semana anterior que se les coló una culebra venenosa en la sacristía, y tuvieron que ir hasta los bomberos a levantar el confesionario, porque se había escondido allí. Un show de mujer.

Al final con la tontería salimos de la Iglesia todos con una sonrisa y decidimos irnos a la playa, aunque fuimos un poco por separado porque no queríamos tener que prepararnos en cinco minutos. Así fue como Julia y yo descubrimos una playa interior preciosa, la de Covijeru, y nos dimos un baño como si estuviéramos en el paraíso. No os exagero.

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Y si esto no era suficiente, al llegar al Hostal, Bautista, el dueño (que nos cae genial y nos trata como si fuéramos de la familia) nos había preparado cena especial. Centollas, almejas, sardinas, un festín. Así que se nos ha duplicado la sonrisa. Ya ni nos acordamos de los momentos menos buenos, ¿para qué? Y si se nos vienen a la cabeza, nos ponemos este poema que nos ha recomendado Julia y se nos pasa.

Banda sonora del día:

 

10 cosas curiosas sobre Bélgica

1. Bélgica engorda. Pero mucho. Y cómo no va a engordar si su dieta consiste en Patatas fritas con salsa, cerveza y cofres con chocolate. Ellos te lo dicen de otra manera, que parece hasta que engorda menos: fritten, bier en een waffle met chocolade, alstublief. Pero engorda.

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Estación de Brussels- Nord

2. Nunca sabes en qué idioma te van a hablar. En la zona flamenca – Leuven, Gante, Amberes- hablan neendarlés; en la zona balona hablan francés; y en Bruselas lo mismo te dicen hola que dag, merci que danke, so que arre. De ahí que haya grupos de turistas hacinados en las estaciones de tren en medio del desconcierto porque quieren ir a Gante y no saben que se dice Gent, o Lovaina Leuven o Louvain y repitan en taquilla sin que ningún belga los entienda «one ticket to Amberes, one ticket to Amberes!!!!!!!«

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Panorámica de una calle en Gante

3. Los belgas son muy importantes. Si, os parecerá una tontería, y pensaréis que no hay gente de Bélgica que sea ni muy famosa ni conocida pero estáis terriblemente equivocados. El asfalto de las carreteras lo inventó un belga. Otros dos, hermanos, la pintura al óleo. El plástico moderno también lo inventaron en Bélgica. Y las www que tecleamos todos los días vienen de allí. Los patines en línea son belgas, la teoría del Big Bang, Nueva York es un poco belga ¡hasta el Manifiesto Comunista, que se escribió allí!

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El auténtico Manneken Pis de Bruselas

4. Audruey Hepburn es belga, Jean Claude Van Damme, Rubens, Beethoven tiene familia flamenca, Tintín, Asterix, Hernandez y Fernández, Lucke Luke, Los Dalton, ¡todos son belgas!

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El mayor de los Dalton, Joe, localizado en el Atomium.

5. Para disfrutar del país es imprescindible que viajes en tren y con un Rail Pass. Este fabuloso bono de diez viajes en blanco te permite recorrer de punta a punta los lugares que escojas y que dentro del mismo itinerario, puedas ir visitan en el mismo dí, ¡pagando solo un billete! Me explico: tú rellenas como origen Brussels Nord y como destino Ostende y te subes a un tren que vaya primero a Gent- Gante. Luego a otro que llegue a Brugge- Brujas. Y por último al de la costa con destino Oostende- Ostende. Tres por uno. Más el de vuelta. Bueno para tus bolsillos, bonito para tus sentidos.

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Preciosa escultura de Nello y Pastrache en Amberes.

6. Qué arte tienes, Bélgica. Nunca te cansarás de disfrutar de la amplísima gama de creaciones artísticas que te ofrecen las ciudades belgas: desde el arte flamenco más clásico hasta el surrealismo pasando por apuestas contemporáneas. Y llama la atención lo mucho que cuidan el diseño ya sea de carteles en las calles, escaparates, joyas, anuncios…

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Cartel de un museo belga.

7. Puedes disfrutar de los contrastes mientras no se conviertan en extremos. Me explico, en ciudades como Bruselas conviven riqueza y miseria en el mismo entorno, neerlandés y francés, cristianos y musulmanes. Y no es ningún problema, siempre que se respete y que los contrastes no se lleven a los extremos. He visto cosas que me invitan a pensar que hay algo de racismo en territorio belga pero también he visto militares en la estación descargando maletas de señoras mayores y empleados de un quick dándole comida a un homeless. Contrastes.

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Plaza de la Bourse, lugar de encuentro para toda la población.

8. Hay que ser curioso cuando uno viaja. Por ejemplo, una de las partes que más me ha gustado de Bruselas en el Mercado de las Pulgas, en El Barrio de Marolles, que no está marcado como ruta turística. Y me fascinó sentarme en la orilla Del Río en Amberes y descubrir ¡que no hay puentes! En Brujas disfruté especialmente  con el silencio del precioso jardín del Beguinaje, frente a tanto turista..  Y esta misma mañana casi me vuelvo loca en e museo Magritte, en Bruselas!! 🙂

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Recorrido de los murales de cómic en Bruselas.

9. No os asustéis cuando escuchéis hablar en flamenco. Yo hice un curso básico y es mucho más fácil de lo que parece. Dos pistas: hay muchas palabras que se escriben de forma parecida a como suenan en inglés, y hay otras que son iguales al alemán. Si mezclas todo, ¡te sale el dutch! Gracias se dice dank-u y de nada bedanks. Por favor es alstublieft, y hola, dag. Hora es uur. Hotel es hot. Si es ja. Y no es nee. Y para todo lo demás, Google translate.

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Plaza de Amberes.

10. Y así llegamos al final. Mi recomendación es que sea cual sea vuestro destino, hagáis uso de la tecnología para hacerlo más accesible y fácil. Se supone que para eso la inventaron así que hagámoslo. Por ejemplo, cuando sales fuera normalmente no tienes datos en el móvil, porque salen muy caros, pero hay aplicaciones maravillosas como MAPS ME – y lo pongo en mayúsculas- que funcionan sin conexión, te geolocalicen, te quedan en itinerario que hayas buscado previamente, te ofrecen información adicional si está disponible y no se llevan toda la batería de un plumazo. Hiperrecomendable, de verdad. Si no la tenéis, descargarla. Es como el viejo mapa pero en tiempo real y con la magia de la geolocalización sencilla y guiada.

België verrast!

La Belgique surprend!

Belgium is surprising!

Bélgica sorprende!

De vacaciones sin Internet

Este año decidí que mis vacaciones estarían libres de Whatsapp, Facebook y Twitter. Libres de conexión y de Internet. A cambio, un destino paradisíaco, la isla de Madeira, y una compañía preciosa.

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Ya estoy de vuelta y solo puedo recomendaros muy mucho la experiencia. No solo la de visitar la isla, un lugar mágico con miles de posibilidades para explorar la naturaleza, la montaña, el mar y disfrutar de todo lo que te ofrece. También la experiencia de desconectar, de vez en cuando. De mirarse a los ojos al cenar sin el móvil sobre la mesa. Charlar de mil cosas en el coche. Hacer fotos para ti. Para verlas. Una y otra vez. Y luego ya decides si las quieres compartir. Mas adelante.

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La vida tiene muchos puntos curiosos si nos paramos a disfrutarlos. Infinidad de sorpresas que necesitan tiempo y atención para ser descubiertas. La gente es el mejor Google que existe; los ojos, la cámara más perfecta; perderse es el mejor mapa; hablar y hablar y hablar, la red social más completa.

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Parece difícil, en el mundo en el que vivimos en el que todo va tan rápido que nos da la impresión de que estar desconectado es perderse algo. Pero da igual que lo sepas o no, estés dónde estés recuerda que el mundo sigue girando. El paisaje y la conversación en tus oídos te recordarán con más intensidad que ningún dispositivo que estás vivo. VIVO.

Vivos.